5RITMOS®

Gabrielle Roth (1941-2012) fue una bailarina, artista y chamana norteamericana, que tras sufrir una grave lesión en su rodilla que la dejó fuera de los escenarios, comenzó a enseñar a danzar a todo tipo de colectivos, desde niños a ancianos, personas discapacitadas y con enfermedad mental. Su búsqueda estaba vinculada a encontrar una forma sencilla de enseñarles a mover, a danzar, más allá de los estereotipos, de una forma libre, bajo el supuesto de que “Cuando ponemos la psique en movimiento ésta puede sanar”.

Gabrielle coincidió en ESALEN (comunidad al sur de California) con varios eruditos de su época tales como: Oscar Ichazo, Fritz Perls, Stanislav Grof, allí tuvo la oportunidad de enseñar a danzar a Psicólogos, Psiquiatras y otros Pensadores que acudían a formarse. Así fue como Gabrielle fue creando el mapa de los 5RITMOS®. Se dio cuenta que cada elemento (Tierra, Fuego, Agua, Aire y Eter) tiene un ritmo y que estos de forma natural siguen una misma secuencia (Fluido, Estacato, Caos, Lírico y Quietud)Ò, igual que todos los procesos vitales. Experimentó proponiendo este mapa en sus clases, de una forma libre para que cada una encontrara su manera particular y única de transitarlos, y que al hacerlo una y otra vez, pudieran ir profundizando en cada uno de ellos, revisitándolos, ganando más y más conciencia corporal y de su propio movimiento.

FLUIDO: tomar contacto con el cuerpo físico, observar el aquí y ahora, el punto de partida y dárselo todo al movimiento, a la danza, sentir el peso y moverlo redondeando un cuerpo que se rinde a la gravedad, esa primera danza sólo contigo…

Conforme vas sintiendo tus raíces puedes ir levantando la mirada y descubrir, otros pies, otro vientre, otros ojos, alguien con quien interactuar. El latido del corazón se agita, de ahí surge el ESTACATO, el impulso que transforma el movimiento redondo y nutritivo en otro lineal y comunicativo. El Yo-Tu, activa nuestras defensas, nos hace conscientes de cómo nos mostramos ante el otro, como nos acercamos o alejamos, como contactamos. El movimiento se sincroniza con nuestro corazón dando lugar a una danza que expresa sentimientos…

Una vez más la mirada se amplifica, y así nos damos cuenta que somos más de dos aquí, descubrimos la pluralidad, la diversidad, que nubla y disuelve las polaridades…

El CAOS del agua en su estado salvaje, incontenible, nos señala la incertidumbre de la vida, la necesidad de soltar el control desde la mente racional y aventurarnos a dejarnos llevar por las tripas. La acción de soltar desata una vibración corporal intensa que nos ayuda a disolver la forma, que puede romper con alguno de nuestros automatismos, y hacernos sentir descolocadas, como fuera de juego, llegando a un lugar cercano al vacío…

Cuando por fin recuperamos el aliento, y notamos algo más de ligereza, la frescura del momento puede sorprendernos con la necesidad de abrirnos al espacio circundante, parece que los brazos pierden peso y comienzan a dibujar ese vacío, y nuestra mente se sincroniza con el sentimiento y la acción de querer volar, de ampliar el movimiento ofreciéndonos al grupo, al universo, y eso nos conmueve y revitaliza, desencogiéndonos en todas direcciones, llegando al LIRICO, un movimiento maduro, fruto de haber atravesado los ritmos anteriores, con la sensación de unidad que nos invita a compartirnos…

Y así es como vamos ralentizando nuestro vuelo para ir poco a poco volviendo a tierra, llegando a la QUIETUD, un lugar fértil que nos pone en contacto con lo sagrado de la existencia, con la dimensión espiritual que nos conecta con el misterio, con el Éter, eso que está más allá de nuestra percepción, incluso de nuestros sentidos y que nos devuelve una versión más integrada, desde donde podemos visitar territorios nuevos de cada una, quizás cercanos a eso que llamamos “ser”…

El Desierto plateado como lo llamaba Gabrielle Roth, resultado de haber sudado con pasión nuestras plegarias.

Ana Escoda